3 de septiembre de 2011

「Cine」 Crítica de “Blue salt”


Titulo: 푸른소금 / Blue salt / Sal azul
Director: Lee Hyeon Seung
Protagonistas: Song Gang Ho, Sin Se Gyeong
Género: Drama
Página web: http://www.bluesalt2011.co.kr
Duración: 120 minutos 
Año de estreno: 2011

Duheon es un gángster retirado que ahora desea llevar una vida común y corriente, alejado de ese mundo oscuro en el que estuvo sumergido hasta hace poco. Su sueño es tener un pequeño restaurante y para eso está asistiendo a una academia de cocina. Allí, conoce a Sebin, una muchacha que bien podría ser su hija, quien -a extrañeza de Duheon- se le acerca poquito a poco. Lo que desconoce Duheon es que Sebin ha sido contratada por alguien para que le vigile y que la razón por la que ella es amigable con él es precisamente para estar al tanto de todas sus andanzas.
Sean cuales fueren los motivos, Duheon, que no quiere revelar su pasado, y Sebin, que debe ocultar su verdadera identidad, se hacen amigos y se vuelven inseparables. En este proceso, Duheon se encariña de verdad con Sebin, mientras que ésta empieza a sentir un afecto especial hacia ese hombre que la trata con una ternura que nunca ella había experimentado en su vida.
En esto, muere el jefe de la organización a la que había pertenecido Duheon y quien le había tratado como su familia. Debido a la relación tan cercana que compartían los dos hombres, dentro del grupo surgen voces que aluden como candidato a próximo jefe de la organización a Duheon, a pesar de que él ya no quiere ser parte de ese mundo. En esta situación, quienes habían contatado a Sebin, que en realidad eran los miembros de la organización que nunca habían querido a Duheon, le ordenan matar al hombre. Sin más remedio, Sebin intenta varias veces disparar a Duheon. No obstante, cada vez que le tiene en la mira, algo dentro de ella le impide jalar el gatillo hasta que renuncia al trabajo que le había sido asignado y decide salvar a Duheon. ¿Podrá esta pareja dispareja tener un final feliz?

Comentario

El largometraje Sal Azul del director Lee Hyeon Seung presenta una estructura común. Es una historia que se ha contado miles de veces en la pantalla grande, en películas que narran el amor y los conflictos entre un asesino contratado y su objetivo. Pero, lo poco novedoso de su argumento no impide al espectador disfrutar de la película. Es más, el proceso cómo los dos personajes principales del film, Duheon y Sebin, se acercan y sienten compasión el uno por el otro es retratado en la cinta de manera bastante convincente. 
Asimismo, es satisfactoria la actuación de los protagonistas: el actor Song Gang Ho en el papel del retirado gángster Duheon, quien como siempre hace alarde de su gran capacidad interpretativa, y Sin Se Gyeong que, pese a su corta experiencia como actriz, representa con un sello personal el complicado rol de Sebin. 
En resumen, la historia de Sal Azul del director Lee Hyeon Seung, aunque no propone nada novedoso, es entretenida y la actuación de sus protagonistas atractiva. Aún así, el espectador que ve esta película no puede evitar percibir que es un tanto inarmónica. 
El problema está, en realidad, en la discordia que constantemente se produce entre las tristes y desesperantes emociones que proyectan los personajes y la fina sensibilidad que el realizador del film, el cinesta Lee Hyeon Seung, trata de inyectar a las escenas con el objetivo de hacerlas más cautivantes visualmente. No por nada, la crítica describe a Sal Azul como “una película con imágenes exageradas y personajes ordinarios”. Lo que el director Lee Hyeon Seung pasa por alto, con el afán de hacer de su obra una película más pulida, más interesante visualmente, más chic, es que las adversidades a las que se enfrentan Duheon y Sebin en el film son demasiado reales y grandes y, por ende, no pueden ser envueltas solo con escenas bonitas y seductoras. De hecho, en casi todas las escenas de Sal Azul el público nota el esmero que debió haber hecho el director Lee Hyeon Seung para maximizar el efecto de la luz y el espacio; pues son escenas en las que incluso las partículas de polvo son captadas con tal belleza por las cámaras que parecen brillantes copos de nieve. Y la culminación de esta sensibilidad, que los críticos califican como “exagerada”, es la escena en la que Duheon coloca una flor en el agujero que una bala de pistola dejó en el vidrio de su coche. 
Lo innegable a estas alturas es que tales efectos visuales sí ayudan a mostrar la personalidad y los sentimientos de los personajes de la película. Sin embargo, recurrir a ellos constante y repetitivamente, casi como una obsesión, no provoca más que la incompresión del público. Ya que aquí el espectador, distraído por toda esa “elegancia visual”, no llega a entender la profundidad de las emociones de los personajes ni sentir simpatía por ellos. 


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